Un claro ejemplo de esto es el artículo viral de Stacia Datskovska, una escritora estadounidense que expresó su descontento tras estudiar en Florencia. A pesar de la belleza de la ciudad, su experiencia no cumplió con la fantasía de la dolce vita que tenía en mente con cenas perfectas con amigas, aventuras románticas y vino en agradables tertulias. Esta discrepancia entre la realidad y la expectativa resaltó cómo la estética de los viajes en las redes sociales puede distorsionar la percepción de los destinos.
La “estética del viaje” se ha tornó en una tendencia predominante en plataformas como TikTok e Instagram, donde hashtags como #travelaesthetic, #londonaesthetic, y #japanaesthetic acumulan millones de visitas. Estas etiquetas presentan imágenes cuidadosamente seleccionadas de paisajes, comidas y momentos icónicos que moldean la percepción de países y ciudades en el imaginario colectivo. Sin embargo, estas representaciones rara vez capturan las complejidades de un destino.
Los efectos de esta idealización son claros: la gente tiende a imaginar lugares como Japón con cerezos en flor, Grecia con casas blancas y buganvillas, o París con calles empedradas y la Torre Eiffel a la vista. Estas imágenes se han consolidado a través de años de influencia de la televisión, el cine, las revistas y las guías de viaje, y ahora las redes sociales amplifican estas expectativas.
La desilusión puede ser aún mayor cuando la realidad de un viaje no coincide con las expectativas construidas. Las redes sociales no solo presentan destinos perfectos, sino también estilos de vida ideales que pueden llevar a las personas a comparar sus propias experiencias de manera negativa. Esto puede afectar el disfrute de los viajes y generar frustración.
Es importante recordar que las imágenes en redes sociales son solo una versión editada de la realidad. A menudo, omiten los desafíos, como los problemas de transporte, el clima adverso, o las multitudes, que también forman parte de la experiencia de viaje. Para disfrutar plenamente de un destino, es crucial tener expectativas realistas y recordar que cada experiencia es única.
En resumen, aunque la “estética del viaje” ofrece inspiración y creatividad, también puede llevar a desilusiones. Las redes sociales deben ser vistas como una fuente de ideas, no como un reflejo exacto de lo que se experimentará. Adaptar las expectativas y abrazar la autenticidad de los viajes puede llevar a una experiencia más gratificante y significativa.