Para tener acceso a Venecia habrá que reservar online unos meses antes abonando una entrada que oscilará entre los tres y diez euros por persona. Como sucede en los trenes y aviones, el precio disminuirá si se solicita el turno con mayor antelación.
Como otra de las medidas adoptadas con relación a esta joya turística enclavada en el norte de Italia, se prohibió el paso de cruceros y barcos de grandes dimensiones frente a los canales para proteger esta urbe que ve a sus habitantes emigrar a ciudades o localidades más tranquilas.
Los turistas que pernocten en Venecia no pagarán la entrada porque tendrán que solventar una tasa de 4,50 euros por una estadía que no podrá superar los cinco días. Esta exención se extenderá a residentes, trabajadores de Venecia y sus islas menores, nacidos en esta localidad, estudiantes, propietarios de inmuebles, niños menores de seis años, discapacitados y sus acompañantes o quienes acudan a sus hospitales.
Tampoco pagarán los residentes de la región del Veneto, asistentes a eventos deportivos, administradores públicos, autoridades en misión, voluntarios de emergencias o las Fuerzas Armadas.
Según informaron las autoridades locales, Venecia cuenta con 49.997 residentes en contraste con 2002 y 2012 que se registraban 64.000 y 58.200 habitantes respectivamente.
Con 414 kilómetros cuadrados, Venecia sufre la erosión de sus inundaciones y el incremento del nivel del mar, dos peligros naturales a los que se añaden la contaminación de sus turistas, la gran mayoría del tipo golondrina porque no pernoctan ya que no llegan a quedarse ni veinticuatro horas.
Al sentarse a la mesa, Venecia ofrece platos típicos como las gambas; calamares, cangrejos de Murano y sardinas más el carpaccio con queso parmesano, el higado a la veneciana, el arróz a la pescadora y el mandolato que consiste en un turrón crujiente con almendras que la posicionan como un referente del turismo gastronómico.
La bebida más característica de la ciudad es el spritz, un refresco con alcohol, muy tradicional de la zona del Véneto. Se toma acompañado de bitter. También es habitual disfrutar del crodino, un trago sin alcohol; el espumante prosecco y el bussulai a base de canela o el licor sgroppino con sorbete de limón, vodka y prosecco.