Este descenso fue atribuido a diversas políticas migratorias restrictivas, como la Orden Ejecutiva 13769, que generó incertidumbre entre los visitantes de países de mayoría musulmana. La percepción negativa del país también influyó, afectando el interés de los turistas internacionales y llevando a muchos a optar por destinos alternativos, como España, que vio un aumento del 8,6% en sus visitantes en 2017.
Con el control legislativo en manos de Trump, es probable que se implementen políticas migratorias aún más restrictivas, lo que podría desincentivar la llegada de turistas a Estados Unidos. El endurecimiento de los procesos de visado y la intensificación de la vigilancia fronteriza podrían afectar particularmente al turismo educativo y de negocios, sectores que dependen de un acceso fluido y seguro. Esto es especialmente relevante para América Latina, que ha mostrado un crecimiento significativo en las visitas a EE. UU.
Además, Trump podría optar por fomentar el turismo interno mediante incentivos fiscales, lo que podría desviar la atención de los viajeros internacionales hacia el turismo doméstico. Este enfoque podría beneficiar a la industria hotelera nacional, pero también generaría tensiones con competidores internacionales que podrían verse perjudicados por las políticas proteccionistas.
La relación entre Estados Unidos y la Unión Europea también podría verse afectada por el regreso de Trump. Durante su primer mandato, las tensiones comerciales impactaron negativamente en el turismo transatlántico, y es probable que esta dinámica se reanude. La posible imposición de tasas adicionales a las aerolíneas europeas que operan vuelos a EE. UU. podría encarecer los viajes, lo que llevaría a una disminución en el número de turistas europeos que visitan Estados Unidos.
Por otro lado, la reciprocidad en las políticas podría resultar en restricciones similares impuestas por la Unión Europea, dificultando los viajes de estadounidenses hacia Europa. Esto afectaría a destinos populares como España, que recibe más de 2,5 millones de turistas estadounidenses al año, y podría tener un efecto dominó en toda la industria turística.
El regreso de Trump a la presidencia marcaría un nuevo capítulo en la política turística internacional. La implementación de políticas restrictivas y la tensión en las relaciones exteriores podrían llevar a cambios significativos en el flujo de turistas hacia y desde Estados Unidos. Los profesionales del sector deben estar atentos a estas dinámicas y prepararse para adaptarse a un panorama en constante cambio. La resiliencia y la innovación serán factores claves para superar los desafíos de estos próximos cuatro años.