Según publicó el diario moscovita Kommersant, el turismo receptivo ruso decayó un 90% desde el inicio de las acciones bélicas del ejército de Putin pese a que el gobierno indicó que la merma sólo alcanzó un 40% pasando de 290.000 visitantes anuales a los actuales 190.000 extranjeros de 2022.
Según Sergei Romashkin, director del turoperador Delfin, esta diferencia numérica radica en que tomándose la caída de los viajes organizados con anticipación porque, a la mala imagen pública de Rusia por la invasión militar, se le sumaron factores negativos como la prohibición del uso de tarjetas Visa o Mastercard y el nuevo régimen de visados que resultó por demás restrictivo.
El ejecutivo ruso sostuvo que el impacto negativo resultó menos grave en el caso de los viajeros individuales y que los turoperadores ahora sobreviven reconvirtiendo su negocio ya que abandonaron el turismo receptivo para enfocarse en viajes de cabotajes para residentes locales que, a raíz de las sanciones internacionales, tienen el ingresado vetado en la mayoría de las naciones como, por ejemplo, los veintisiete países de la Unión Europea.
En cuanto a las perspectivas para 2023, los especialistas consideran que la situación continuará sin mayores cambios salvo un pequeño salto con el aporte que podrían hacer los estados cuyos ciudadanos pueden entrar a Rusia sin visas como Turquía, India e Irán.
Anexionada en 2014 por el gobierno de Vladimir Putin, la península de Crimea sufrió este año una merma del 30% del total de turistas que solían visitarla hasta antes de febrero pasado cuando comenzó la invasión militar rusa a Ucrania asesinando a más de 100.000 personas y causando el triple de heridos incluyendo mujeres y niños.
Las autoridades locales también informaron que las acciones bélicas lanzadas por el Kremlin moscovita redujeron un 18% los ingresos que el fisco de Crimea obtuvo gracias al turismo durante los primeros nueve meses de 2022.
Cuando sigue cayéndole un misil tras otro, Ucrania quiere transformar algunas de sus ciudades en destinos turísticos internacionales para promover su industria de los viajes al mismo tiempo que se tornaría una suerte de recordatorio permanente de la destrucción; muerte e injusticia que generó Rusia desde que el pasado 24 de febrero invadió militarmente al país.
Esta iniciativa intentará agregar nuevos productos turísticos vinculados a la invasión bélica rusa a Ucrania que ya cuenta con destinos internacionales como la antigua central nuclear de Chernóbil que en 2019 fue visitada por 100.000 personas, la capital Kiev o la ciudad de Leópolis que fue declarada patrimonio universal de la humanidad por la UNESCO.