Actualmente el turismo aporta el 4% del PBI ruso que, según estimaciones oficiales, crecería unos seis puntos a lo largo de los próximos trece años hasta alcanzar el 10% a fines de 2035.
"El turismo tiene un efecto positivo en las ganancias empresarias y también en los ingresos fiscales para los presupuestos regionales como municipales", afirmó la vicepresidente del Centro de Investigación Estratégica, Tatyana Karavaeva.
En declaraciones formuladas a la agencia Bloomberg, el director de la corporación estatal Tourism RF, Sergey Sukhanov, señaló que “el desarrollo del turismo crearía un crecimiento económico y social en las regiones generando decenas de miles de nuevos puestos de trabajo, cientos de miles de millones de rublos para el presupuesto del sector hotelero, además de generar nuevas medianas y pequeñas empresas".
Más frío, más proyectos
Otra de las zonas que se promoverían como destinos emergentes seria Norilsk, una ciudad situada entre la llanura de Siberia occidental y su meseta central donde se encuentra el mayor productor de níquel de alta calidad.
Segundo hombre más rico de Rusia y máximo accionista de esa compañía, Vladimir Potanin levantaría un entorno social y cultural para que la gente pueda alojarse varios días.
En la meseta de Putorama, declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO gracias a sus lagos, ríos, cañones y renos, se destinarían más de 250 millones de dólares en la construcción de un centro turístico para los amantes de la naturaleza.
Esta cifra queda chica al compararse con los 370 millones de dólares que se desembolsarían en la península de Kola, cercana a las fronteras con Noruega y Finlandia.
Según lo adelantado por las autoridades de este proyecto, el próximo año se comenzaría a construir una villa turística cuya apertura tendría lugar dentro de tres temporadas, dentro del segundo semestre de 2026.