Aunque el período formal de avistaje está limitado a septiembre, las excursiones para observar ballenas no cesarán después de este mes. La especie suele permanecer en el golfo hasta bien entrado octubre, y los paseos náuticos seguirán realizándose durante este tiempo.
La reglamentación exige que los prestadores de servicios paguen un canon a la cartera ambiental provincial y un 'derecho de avistaje' que generalmente se incluye en la tarifa del pasajero. Estos fondos se utilizan para financiar el monitoreo y la regulación de la actividad.
La decisión de fijar el inicio formal de la temporada en septiembre responde a consideraciones comerciales. Extender el período oficial permite a los operadores turísticos mantener la actividad sin aumentar tarifas o incurrir en costos adicionales. Este año, la situación económica ha impactado severamente al sector, y la prolongación de la temporada busca mitigar estos efectos.
Las ballenas francas suelen llegar a la zona para reproducirse entre fines de julio y principios de agosto. Sin embargo, este año, los cetáceos se adelantaron y su presencia se observó desde mediados de mayo. Esta anticipación permitió que la actividad embarcada, que se realiza durante todo el año para observar fauna marina residente como lobos marinos, delfines, pingüinos y aves, incluyera a las ballenas francas desde una fecha más temprana de lo habitual.
El avistaje de ballenas se ha convertido en un atractivo destacado para los turistas, contribuyendo a la reactivación del sector. La presencia temprana de estos cetáceos no solo ha enriquecido la experiencia turística, sino que también ha ofrecido a los operadores una oportunidad para generar ingresos adicionales en un contexto económico desafiante.
El modelo actual de regulación y tarifas, que incluye el canon y el derecho de avistaje, busca equilibrar la protección de las especies y el desarrollo turístico. Los ingresos generados por estas tarifas son destinados al mantenimiento de los monitoreos y a la gestión sostenible del avistaje.
La anticipación de la llegada de las ballenas y el ajuste en la temporada de avistaje reflejan la necesidad de adaptarse a las condiciones cambiantes del entorno natural y a las demandas del mercado turístico. Los operadores y autoridades locales trabajan conjuntamente para asegurar que la actividad sea beneficiosa tanto para los visitantes como para la conservación de la fauna marina.
El avistaje de ballenas en el golfo San Matías sigue siendo una experiencia destacada para los turistas, con la posibilidad de observar a estos gigantes del mar en su hábitat natural. La planificación estratégica y la adaptación a las condiciones de la temporada son fundamentales para maximizar los beneficios económicos y preservar la integridad de la actividad turística en la región.