El alcalde de Sorrento, Massimo Coppola, ya firmó la ordenanza municipal que prohíbe pasearse fuera de la playa con el torso descubierto calificándolo como “un comportamiento indecente que genera malestar e incomodidad” a quienes pasean en el centro de la ciudad y sus espacios públicos.
“Sorrento está siendo cada vez más reconocida como capital del turismo y la hospitalidad pero estos comportamientos incomodan tanto a los habitantes locales como a los viajeros. Esta normativa mejorará la habitabilidad de la ciudad, su calidad de vida y estética urbana”, afirmó el jefe comunal Coppola al implementar esta polémica medida.
Ubicada en la península que también alberga la Costa de Amalfi, Sorrento no es la primera ciudad italiana que impuso la prohibición de usar bikini o caminar con el torso desnudo en las calles céntricas porque tanto en Praia a Mare como Rapallo, al sur y norte del país respectivamente, también se multa a quienes transiten con malla o caminen descalzos por el casco urbano.
Tres destinos como Positano, Amalfi y Ravello, con sus costas frente al mar Tirreno, fueron designados en 1997 como área protegida por la Unesco. Desde el pasado 15 de junio, las autoridades locales implementaron un sistema de matrículas alternativas para el tránsito automotor en los 35 kilómetros que unen Vietri sul Mare con Positano durante las horas pico de la temporada alta.
Solo los vehículos con matrículas terminadas en número impar pueden utilizar la carretera en fechas impares, mientras que los pares podrán hacerlo en días pares. Esta norma se aplica entre las 10 y 18 horas de agosto, más los fines de semana del 15 de junio al 30 de septiembre. También se incluye la Semana Santa en torno a la Pascua y del 24 de abril al 2 de mayo.
En otra medida controvertida, el gobierno de la ciudad italiana de Venecia limitó el ingreso de visitantes porque, desde el 16 de enero de 2023, será obligatorio reservar la entrada pagando entre tres y diez euros. Así se convirtió en el único destino del mundo en el que hay que sacar turno previo como política de control que evite los arribos masivos.
Los turistas que pernocten en Venecia no pagarán la entrada porque tendrán que solventar una tasa de 4,50 euros por una estadía que no podrá superar los cinco días.