El gobierno de Nueva Zelanda confirmó que a partir de 2027 se implementará un cobro obligatorio para los turistas extranjeros que visiten algunos de sus sitios naturales más emblemáticos. La tarifa oscilará entre veinte a cuarenta dólares neozelandeses -el equivalente a doce a veinticuatro dólares estadounidenses- y afectará destinos como Cathedral Cove, Tongariro Crossing, Milford Track y Aoraki/Mount Cook, según informó el diario The Guardian.
Esta medida se enmarca en una reforma legal más amplia, que busca facilitar el desarrollo económico en tierras de conservación, generando preocupación entre ambientalistas y expertos en biodiversidad. Las autoridades estiman que la recaudación anual podría alcanzar los 62 millones de dólares neozelandeses, monto que se destinará a infraestructura turística, mantenimiento ambiental y mejora de servicios en los lugares más visitados del país.
El ministro de Conservación, Tama Potaka, explicó que este nuevo sistema responderá al creciente flujo de turistas internacionales y permitirá invertir en la preservación de los recursos naturales, que constituyen el corazón del atractivo turístico neozelandés.
La reforma también incluye modificaciones sustanciales en el régimen de uso de tierras protegidas, que abarcan un tercio del territorio nacional. En este sentido, el primer ministro Christopher Luxon defendió los cambios al afirmar que se busca estimular el empleo, el crecimiento económico y la inversión, abriendo paso a una mayor cantidad de concesiones turísticas, agrícolas e infraestructurales en áreas que hasta ahora estaban restringidas.
El nuevo marco legal también contempla la flexibilización de permisos y la posibilidad de venta o intercambio de tierras de conservación, lo que ha despertado críticas por el posible impacto sobre la biodiversidad, el patrimonio cultural y el equilibrio ecológico de la región.
Mientras tanto, desde el gobierno sostienen que las nuevas reglas garantizarán un turismo más sostenible y autofinanciado, sin sobrecargar a los contribuyentes locales y reforzando la competitividad de Nueva Zelanda como destino internacional. El debate continúa abierto y se espera una revisión parlamentaria durante 2026 antes de su implementación definitiva.
Como dato alentador, ahora hay menos neozelandeses que perciben como demasiado alto el nivel de turismo que visita su comunidad en comparación con noviembre de 2022.
Según los resultados que arrojó un estudio gubernamental reciente, del total de encuestados, un 37% de neozelandeses declaró que les gustaría ver más turismo -tanto extranjero como interno- en sus respectivas comunidades.
Previo a la irrupción de la pandemia de Covid-19, el turismo le aportaba a Nueva Zelanda un 9% de su Producto Bruto Interno (PBI), un porcentaje que arañaba los dos dígitos como suele suceder en las potencias europeas a las que ahora intenta igualar desde que Oceanía reabrió sus fronteras al levantar sus férreas restricciones sanitarias.