En Colombia, la ocupación promedio entre enero y agosto cayó al 52,1 %, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). La baja se atribuye al avance de los alojamientos informales, el incremento de tarifas energéticas y la desaceleración del turismo internacional. Ciudades como Bogotá y Cartagena —tradicionales polos receptivos— registraron caídas de entre tres y cinco puntos porcentuales, encendiendo las alarmas del sector hotelero.
En contraste, México mantuvo un desempeño sólido, impulsado por la fuerza de su turismo internacional y la diversificación de su oferta. Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) indican que la ocupación promedio en los primeros ocho meses del año se mantuvo en torno al 61 %, con picos de más del 80 % en destinos de playa como Cancún, Los Cabos y Puerto Vallarta.
De esta forma, en un contexto económico con constantes vaivenes, nuestro país consolidó su liderazgo regional gracias a la conectividad aérea, la estabilidad de precios y la promoción de nuevas rutas hacia Estados Unidos y Europa.

Por su parte, Argentina mostró una recuperación moderada pero constante. Según el Observatorio Argentino de Turismo (OAT), la ocupación hotelera promedio nacional se ubicó en 58 %, con fuertes disparidades entre regiones. Bariloche, Mendoza y las Cataratas del Iguazú superaron el 70 % de ocupación durante los fines de semana largos.
Al mismo tiempo, los principales destinos urbanos de nuestro país, como la capital Buenos Aires y la ciudad de Córdoba, mostraron un repunte impulsado por congresos, eventos deportivos y turismo receptivo regional. La devaluación del peso argentino mejoró la competitividad frente a mercados limítrofes, favoreciendo el arribo de visitantes de Brasil, Uruguay y Chile.
Los tres países reflejan un panorama común: el turismo latinoamericano depende cada vez más de la regulación del alojamiento informal, la eficiencia energética y la estabilidad macroeconómica. Mientras México consolida su posición global, Colombia enfrenta el desafío de recuperar rentabilidad en un mercado presionado, y Argentina aprovecha su tipo de cambio competitivo para sostener el flujo interno y regional.
El informe regional concluye que la recuperación del turismo hotelero en América Latina ya no depende solo de la cantidad de visitantes, sino de la capacidad de cada país para adaptarse a los nuevos hábitos de consumo, digitalización y sostenibilidad que definen al viajero en este escenario posterior a la pandemia de Covid.










