La tendencia, impulsada por un nuevo perfil de viajero que prioriza la autenticidad y la conexión cultural, llevó a cadenas internacionales como Kempinski, St. Regis y Ritz-Carlton a redefinir sus propuestas. Algunas propiedades funcionan como museos vivientes, con galerías de arte, esculturas y diseño arquitectónico de alto impacto.
“Si buscan la fiesta, no es el lugar. Pero si buscan tranquilidad, gastronomía y servicio excepcional, ahí tienen que ir”, resumió Conrad Bergwerf, gerente general del hotel Kempinski de Cancún en diálogo con la revista digital Forbes México.
El cambio también se percibe en la gastronomía de alto nivel, con restaurantes que ostentan reconocimientos internacionales y menús inspirados en productos orgánicos y tradiciones mayas.
“El turista ya no quiere solo comer, quiere saber de dónde viene cada ingrediente”, explicó Jessica Chablé, del Consejo de Promoción Turística de Quintana Roo, que promueve experiencias inmersivas como el avistamiento del tiburón ballena, visitas a comunidades mayas y talleres de cocina ancestral.

Las redes sociales y el marketing digital redefinieron el modo en que se eligen los destinos. “Hoy se busca el lugar donde la experiencia sea tan fuerte que merezca ser compartida”, afirman desde el CPTQ.
En ese contexto, el turismo de lujo representa el segmento de mayor crecimiento en el Caribe mexicano, con un gasto promedio diario muy superior al del visitante convencional.
Cancún recibió entre 100.000 y 150.000 turistas argentinos anuales aunque el mercado de alto poder adquisitivo representa apenas el 1% de ese total. El desafío, reconocen las cadenas, consiste en aumentar la llegada de viajeros latinoamericanos y diversificar la demanda más allá de Estados Unidos y Canadá que concentran el 70% del segmento premium.
Con una derrama económica de 21.000 millones de dólares durante el año pasado, según los datos oficiales del gobierno de Quintana Roo, y cuatro aeropuertos internacionales conectados con 134 ciudades del mundo, el Caribe mexicano se consolida como epicentro del nuevo lujo experiencial, donde el arte, la sustentabilidad y la cultura local reemplazan al antiguo modelo de consumo masivo.










