El fundador y CEO Brian Chesky definió el rumbo de esta nueva etapa con una idea central: “el viaje no empieza cuando el avión despega, sino cuando el usuario imagina la experiencia que quiere vivir”. Bajo esa premisa, Airbnb amplía su oferta más allá de los hospedajes tradicionales e incorpora servicios premium, como chefs a domicilio, instructores de yoga, masajistas y guías culturales, que se pueden reservar con la misma facilidad que una habitación.
Esta evolución responde a una tendencia global. Según datos del informe de Skift Research, el turismo vinculado a eventos en vivo se consolidó como uno de los motores del sector, impulsado por los viajeros jóvenes que organizan sus escapadas en torno a conciertos, festivales o competencias deportivas. “La Generación Z no busca solo un destino, busca formar parte de algo que la emocione y la identifique”, señaló el analista Jeff Fromm.
En este contexto, Airbnb y plataformas similares como Vrbo tienen una ventaja frente a la hotelería tradicional: la flexibilidad para adaptarse a la demanda estacional y a las fechas clave. Durante grandes acontecimientos —como los Juegos Olímpicos o el Mundial de Fútbol— barrios enteros pueden transformarse en microdestinos temporales, generando nuevas oportunidades para los anfitriones y una experiencia más inmersiva para los visitantes.

El enfoque de Chesky también capitaliza el cambio cultural en los hábitos de viaje. La Generación Z valora la personalización, la tecnología intuitiva y la autenticidad local. Para ellos, reservar una casa en Airbnb no es solo una cuestión de precio o ubicación, sino una forma de expresar identidad y pertenencia. “El viajero joven prefiere sentirse parte de la comunidad antes que huésped pasajero”, resume Fromm.
Así, la compañía combina inteligencia artificial, análisis de datos y diseño emocional para anticipar los gustos de cada usuario y sugerir experiencias alineadas a su estilo de vida. Un viajero que asiste a Art Basel en Miami, por ejemplo, podría reservar no solo un loft en el distrito artístico, sino también una cena con un chef local, una visita privada a galerías y una clase de yoga al amanecer.
Con esta apuesta, Airbnb redefine el concepto de hospitalidad y se prepara para competir en un terreno más amplio, donde alojarse, vivir y sentir forman parte de una misma experiencia. En la nueva era del turismo global, el evento se volvió destino, y el alojamiento, una extensión de la vida cultural y emocional del viajero.










