Según reportó el diario local Il Corriere della Sera, la ministra de turismo de Italia, Daniela Santanchè, está evaluando esta propuesta que despertó un gran apoyo entre los residentes de la capital azurra que desean contrarrestar las muchedumbres y ruidos molestos.
"Tenemos que rentabilizar nuestra riqueza cultural. Es razonable cobrar una tarifa y establecer un mecanismo de reservas. No se trata de limitar el número de turistas, sino de regular los flujos y ofrecer servicios más sostenibles y de mejor calidad a los visitantes", comentó la titular de la cartera turística Daniela Santanché.
Por su parte, el alcalde romano Roberto Gualtieri también apoyó esta iniciativa y destacó la necesidad de soluciones técnicas que permitan controlar la multitud que diariamente visita el lugar.
“La situación en la Fontana di Trevi se ha vuelto muy difícil de gestionar a nivel técnico”, declaró Gualtieri a la agencia de noticias Reuterse
El jefe comunal aclaró que el objetivo de la medida no consiste en limitar el número de visitantes sino más bien controlar el flujo de personas y mantener el orden en los alrededores de la fuente.
El concejal de Turismo de Roma, Alessandro Onorato, coincidió en que la propuesta busca proteger el monumento sin restringir su acceso. "Para los residentes de Roma, el acceso sería gratuito, pero los no residentes pagarían un aporte simbólico de uno o dos euros", explicó al diario Il Messaggero.
Por su parte, Romolo Guasco, director de Confcommercio de Roma (Confederación General Italiana de Empresas, Actividades Profesionales y Trabajo Autónomo), también se mostró a favor de la iniciativa. Señaló que cualquier cuota debe ser aplicada de manera adecuada para garantizar una gestión eficiente de los flujos turísticos. Además, Guasco mencionó que la medida también busca prevenir comportamientos inadecuados, como comer en las escaleras que rodean la fuente. “Visitar la Fontana di Trevi se ha vuelto difícil, ya no se disfruta como antes. Sin embargo, cualquier tarifa debe ser implementada correctamente”, declaró Guasco a Il Corriere della Sera.
Este tipo de medida ya se ha implementado con éxito en otros sitios turísticos italianos, como la visita a La Última Cena de Leonardo Da Vinci en Milán y en la Galería Borghese en Roma, donde el acceso se regula mediante un sistema de reservas previas. El The Guardian, un medio británico, también señaló que la problemática del turismo masivo no es exclusiva de Roma. Otras grandes ciudades europeas, como Barcelona y Venecia, están adoptando políticas similares para controlar el flujo turístico, proteger sus monumentos históricos y garantizar una experiencia de calidad para los visitantes.
Estas iniciativas, en su conjunto, reflejan un cambio en la forma en que los destinos turísticos gestionan el impacto de la afluencia masiva de turistas y demuestran el compromiso de las autoridades locales por preservar el patrimonio cultural mientras fomentan un turismo sostenible y responsable.