Según informó la cadena turca Tele1, la normativa afectó principalmente a pequeños hoteles familiares, muchos de los cuales no pudieron costear las reformas exigidas. De los establecimientos clausurados, solo doscientos estarían en condiciones de reabrir, mientras que el resto permanecerá cerrado o podría operar de manera informal, advirtió Serdar Karcilioglu, presidente de la Asociación de Gerentes Profesionales de Hoteles de Bodrum.

Esta situación generó una fuerte preocupación en el sector turístico turco, que esperaba recibir más de 65 millones de visitantes en 2025, superando en tres millones la cifra de 2024. Además, se proyectaban ingresos superiores a los 64.000 millones de dólares, lo que hace aún más crítico el cierre masivo de alojamientos en destinos clave de Turquía.

La medida gubernamental, que apunta a mejorar los estándares de seguridad, llega en un momento de máxima demanda turística, especialmente desde Europa, con visitantes provenientes de Suiza, Alemania y Reino Unido como principales emisores. El cierre de miles de establecimientos pone en jaque la disponibilidad de plazas hoteleras y amenaza con encarecer los precios del hospedaje en todo el país, además de generar pérdidas millonarias en ingresos y empleo local.

En este escenario, muchos hoteles afectados se enfrentan a la incertidumbre sobre su futuro operativo, mientras que el sector turístico presiona por una flexibilización o prórroga de la norma, que permita adaptarse sin comprometer la actividad económica.