Quienes visite el suroeste del viejo continente deberían recorrer Lisboa porque la capital portuguesa brinda servicios e infraestructura de primer nivel que catapultaron al país al 19° puesto en el ranking mundial de calidad de vida mientras que subió un escalón en cantidad de turistas extranjeros con un promedio de ocho millones de visitantes anuales mayoritariamente procedentes de España, Inglaterra, Alemania y Francia.
El colorido de sus pisos, cerámicas y paredes le da un toque único como Alfama, el barrio más antiguo de Lisboa cuyas calles cuentan con bares para escuchar cantantes de fado, la música tradicional lusitana que se compone de canciones cuyas letras nostálgicas son acompañadas por una guitarra acústica.
La población local es hospitalaria, los extranjeros son bien recibidos ya que el turismo ocupa al 10% de la fuerza laboral interna contribuyendo con el 11% del Producto Bruto Interno.
Como ciudad más rica del país y que concentra el 26% de su población, Lisboa es la novena ciudad que más congresos recibe por año al mismo tiempo que el puerto tiene gran capacidad de albergar contenedores. Sus tres muelles son aptos para que recalen varios cruceros al mismo tiempo.
Nunca dejaré de asombrarme por sus 365 formas de cocinar el bacalao, una receta diferente para cada día del año. Aconsejo pedir sardinas asadas y, a la hora de pecar con algo dulce, la mejor opción es el Pastel de Belem elaborado en la fábrica más antigua ubicada en el barrio que le da su nombre a este postre.
Cuando cae el sol, la diversión nocturna hay que buscarla en Río Alto, el barrio bohemio al que se accede subiendo en el Funicular de Bica.
Además de bares, boliches y shows artísticos en vivo, sus calles empedradas alojan a la Iglesia de Roque y el Mirador de San Pedro de Alcantara desde donde se contempla la vista panorámica de la ciudad.
A veinticinco kilómetros de Lisboa y sólo tres de Estoril, la villa Cascaes ofrece lo mejor de la ribera portuguesa con playas paradisíacas y edificios de estética moderna sumado a un sector de residencias, muchas de ellas verdaderas mansiones, incluidas la de celebridades internacionales como el mejor futbolista de la historia local, Cristiano Ronaldo.
También en las afueras de la capital, la Villa de Sintra es ideal para quienes gustan de los pueblos de montaña. Su tranquilidad a toda hora es el mejor escenario para degustar unas queijadas que son empanaditas de hojaldre rellenas de queso fresco y almendra que recomiendo maridar con licor macerado con cereza.