El acceso, históricamente difícil, marcó la identidad del pueblo. Hasta fines del siglo diecinueve, los residentes locales descendían con mulas para abastecerse hasta que, a mediados de 1891, se inauguró el ferrocarril de vía estrecha a Grütschalp. A este avance se sumaron otros medios de transporte, como el nuevo Schilthornbahn que es el teleférico más empinado del mundo. Inaugurado en diciembre de 2024, su recorrido de 775 metros conecta directamente al pueblo.
Con una inversión de 110 millones de dólares, esta obra técnica y logística representa un hito en el transporte de montaña gracias a combinar ingeniería, turismo sustentable y un impacto social como ambiental significativamente positivo.
Como forma de impulsar el turismo local estival, sus propietarios establecieron un tarifario preferencial durante las épocas de altas temperaturas siendo más barato que en la temporada de esquí.

El paisaje de Mürren combina chalets de madera, senderos peatonales y miradores naturales que atraen a visitantes de todo el mundo. Entre sus sitios históricos destaca el Hotel Mürren Palace, construido en 1874 y considerado el primer palacio de Suiza.
El turismo británico de finales del siglo XIX fue clave en el desarrollo del destino, especialmente en la práctica de deportes de invierno. Desde entonces, el pueblo es reconocido por su oferta de esquí, senderismo, escalada y parapente, además de la gastronomía alpina que se disfruta en sus restaurantes tradicionales.
Hoy, la particularidad de Mürren radica en su equilibrio entre tradición y modernidad. Aunque forma parte de la globalización turística, conserva un estilo de vida tranquilo, con vínculos comunitarios estrechos y un fuerte arraigo a su historia.
Visitarlo es experimentar la sensación de estar apartado del mundo, en un lugar que logró mantener su esencia a lo largo de los siglos y que se consolidó como destino turístico de fantasía en Suiza.










